La luz
Por Dexpo Stand builders
La luz, en su más pura definición física, es una forma de energía electromagnética que se propaga en ondas. Su estudio, esencial para disciplinas como la arquitectura, el diseño, la fotografía o la ingeniería, permite entender cómo se comportan los colores bajo distintas condiciones de iluminación. En el contexto de la arquitectura efímera y el diseño de espacios expositivos, el conocimiento preciso de la luz y su influencia en la percepción cromática es crucial para generar atmósferas coherentes con la identidad de marca y los objetivos de comunicación.
El diseño lumínico se convierte, por tanto, en una herramienta narrativa que moldea emociones, enfatiza elementos y estructura espacialmente los contenidos. Comprender las propiedades de la luz, cómo se relaciona con los materiales y cómo se percibe en función de su contexto es fundamental para proyectar espacios eficientes, estéticos y comunicativos
Naturaleza física de la luz
La luz visible es una porción del espectro electromagnético comprendida entre los 380 y los 780 nanómetros de longitud de onda. Dentro de este rango, la luz blanca está compuesta por una combinación de todas las longitudes de onda del espectro visible. Cuando un objeto refleja determinadas longitudes de onda y absorbe otras, es cuando percibimos un color específico.
Ejemplo: Un objeto rojo refleja longitudes de onda cercanas a los 700 nm y absorbe el resto. Esta reflexión selectiva es lo que confiere color a los objetos en nuestra percepción visual.
También es interesante saber que la luz no se comporta siempre de la misma forma. A veces actúa como una onda (como las olas del mar), y otras veces se comporta como una partícula diminuta llamada fotón. Esta doble personalidad —llamada “dualidad onda-partícula”— es clave para entender fenómenos como los reflejos, los destellos de luz, los colores que cambian según el ángulo o los efectos especiales en ciertos materiales.
Gracias a este comportamiento, podemos explicar por qué algunos materiales brillan más, cambian de color o reflejan la luz de formas curiosas. Esto se vuelve muy útil cuando trabajamos con superficies complejas o innovadoras, como vidrios tratados, vinilos con texturas, recubrimientos metálicos o materiales tecnológicos que reaccionan a la luz de forma especial.
Fuentes de luz: ¿Qué es la temperatura de color y por qué importa?
No todas las luces artificiales son iguales. Cada una tiene una “temperatura de color”, que se mide en grados Kelvin (K), y que nos da una idea del tono o “color” que percibimos en la luz. Este rango va desde los tonos más cálidos (amarillos) hasta los más fríos (azulados). Y sí, ese tono influye directamente en cómo vemos un espacio, un producto… o una marca.
- Luz cálida (2700K – 3000K): se ve amarilla o anaranjada, como la luz de una vela o una bombilla antigua. Transmite calidez, confort y cercanía. Ideal para ambientes acogedores, de descanso o experiencias sensoriales suaves.
- Luz neutra (3500K – 4500K): es más equilibrada, entre cálida y fría. Suele usarse en oficinas, comercios o exposiciones donde se necesita claridad sin perder naturalidad. Es una luz funcional, agradable y versátil.
- Luz fría (5000K – 6500K): tiene un tono más blanco o azulado, muy similar a la luz del día en exteriores. Es perfecta para entornos que necesitan máxima visibilidad, como hospitales, fábricas o stands tecnológicos donde se quiere transmitir limpieza, precisión y modernidad.
¿Cuál es la mejor para mi espacio?
Todo depende del objetivo. En un stand, por ejemplo, podemos usar luz cálida en una zona de descanso, luz neutra en la zona comercial y luz fría en una demo de producto tecnológico. Así, jugamos con la luz para crear distintas atmósferas dentro de un mismo espacio, guiando al visitante sin que apenas lo note.
Índice de reproducción cromática (CRI)
Además, con las nuevas tecnologías LED se han desarrollado fuentes con temperatura de color ajustable (tunable white), que permiten modificar dinámicamente el ambiente de un espacio.
Índice de reproducción cromática (CRI)
El CRI, o Índice de Reproducción Cromática, nos indica qué tan bien una fuente de luz permite ver los colores de forma realista, comparándola con la luz natural del sol. Se mide en una escala de 0 a 100: cuanto más alto es el número, mejor se ven los colores tal y como son en realidad.
- CRI superior a 90: es excelente. Los colores se ven vivos y fieles. Ideal para sectores como arte, moda, cosmética, alimentación o exposiciones de producto delicado.
- CRI entre 80 y 89: es bueno y suficiente para oficinas, centros educativos o tiendas en general.
- CRI inferior a 80: ofrece una reproducción del color pobre. Puede ser útil en entornos industriales o donde el color no sea un factor crítico.
Usar una luz con buen CRI no solo mejora la estética de los productos, sino que ayuda a que la vista no se canse y que la información se lea con mayor claridad. En una feria, donde los visitantes están expuestos a múltiples estímulos visuales, este aspecto puede marcar la diferencia entre captar su atención… o pasar desapercibido.
¿Cómo influye la superficie en la luz?
Cuando hablamos de luz, no solo importa la fuente de iluminación, sino también dónde incide esa luz. La forma en que una superficie refleja, absorbe o deja pasar la luz afecta directamente cómo percibimos un espacio. Cada material tiene unas características que hacen que la luz se comporte de una forma diferente al tocarlo. Esto es clave en el diseño de stands, interiores y espacios efímeros porque permite modular la atmósfera visual de manera precisa.
Algunos ejemplos prácticos:
- Superficies mates: dispersan la luz en todas direcciones. Son perfectas para evitar brillos molestos y ofrecer una visión suave y uniforme. Muy útiles cuando queremos evitar reflejos, por ejemplo, en paneles informativos o pantallas.
- Superficies brillantes: actúan como espejos. Reflejan la luz en una dirección concreta, lo que genera contrastes fuertes y efectos llamativos. Dan un toque de elegancia o tecnología, pero hay que usarlas con cuidado para evitar deslumbramientos.
- Materiales translúcidos: dejan pasar parte de la luz, como ciertos plásticos o vidrios esmerilados. Son ideales para crear efectos de retroiluminación, generar ambientes más ligeros o dar sensación de profundidad sin perder intimidad.
- Superficies texturizadas: tienen pequeñas irregularidades que hacen que la luz se disperse de forma variada. Esto produce sombras suaves y juegos visuales que aportan riqueza al diseño. Muy útiles en decoración de paredes o revestimientos que queremos que destaquen sin necesidad de color.
¿Qué sentimos cuando vemos un color con cierta luz?
La combinación entre luz y color no solo afecta a lo que vemos, sino también a lo que sentimos. Nuestro cerebro reacciona de forma distinta dependiendo del tipo de luz y de los colores que tenga delante. Esto lo estudian disciplinas como la psicología ambiental y el neuromarketing, porque saben que las emociones que provoca un espacio pueden influir directamente en nuestro comportamiento.
Por ejemplo:
- Colores cálidos (como beige, amarillo, terracota) con una luz tenue nos hacen sentir más cómodos, relajados. Es el tipo de iluminación ideal para crear un ambiente acogedor, íntimo o incluso un rincón donde sentirse bienvenido.
- Colores fríos (como azul, blanco o gris claro) con una luz más intensa transmiten profesionalidad y limpieza. Son muy utilizados en oficinas, entornos sanitarios o marcas tecnológicas que quieren comunicar orden y precisión.
- Contrastes fuertes con luz puntual o direccional llaman la atención, generan movimiento visual y estimulan. Este tipo de configuración es muy útil en escaparates, zonas de paso o para resaltar productos destacados en una feria.
La clave está en que todo esté alineado: lo que se quiere decir como marca y cómo se ve ese mensaje en el espacio. Si una empresa quiere transmitir lujo, pero usa una iluminación fría y sin intención, la experiencia del visitante no será coherente. En cambio, si se diseña todo con un propósito claro, se genera un verdadero impacto emocional.
En el mundo de las ferias, esto se convierte en una herramienta poderosa. A menudo se crean secuencias de luces que cambian durante el día para mantener el interés o guiar al visitante a través del recorrido. También se pueden usar efectos de luz para señalar zonas VIP o destacar momentos clave de una presentación.
Infarma: Laboratorios y compañías farmacéuticas priorizan esquemas de luz blanca neutra con CRI elevado para transmitir confianza, limpieza y rigor científico.
Fitur Madrid: Los destinos turísticos utilizan luz cálida y ambiental para generar atmósferas envolventes, recrear espacios culturales o resaltar elementos tradicionales.
ISE Barcelona: Empresas de audio y video aplican luz RGBW con programación en tiempo real para acompañar demostraciones audiovisuales, generando un ecosistema sensorial coherente.
Medir, prever y mejorar: cómo se planifica la luz en proyectos profesionales
Cuando se diseña un espacio profesional, especialmente uno efímero como un stand de feria, no se puede dejar la iluminación al azar. La luz tiene que planificarse con precisión, y para ello se utilizan herramientas y tecnologías que permiten prever su comportamiento antes de montar nada físicamente.
Por ejemplo:
- Luxómetros: son dispositivos que miden cuánta luz llega a un punto concreto. Esto es útil para asegurarse de que cada zona tiene la iluminación adecuada, ya sea para destacar un producto o simplemente para que se vea bien.
- Software de simulación como DIALux, Relux o AGi32: permiten crear modelos virtuales del espacio y probar diferentes tipos de iluminación antes de hacer ninguna instalación real. Así, se pueden tomar decisiones informadas sobre qué tipo de luz usar, dónde colocarla y con qué intensidad.
- Modelado 3D con render fotorrealista: gracias a programas de diseño avanzado, es posible ver cómo se va a ver el espacio una vez iluminado, teniendo en cuenta los materiales, las texturas y la mezcla de luz natural y artificial.
Estas herramientas son clave para anticiparse a posibles errores, ahorrar costes y garantizar un resultado final de alta calidad, tanto a nivel técnico como visual.
En definitiva, conocer cómo se comporta la luz y cómo afecta a los colores no solo es importante para que “todo se vea bien”, sino para crear una atmósfera que tenga sentido con la identidad de la marca y el mensaje que se quiere transmitir.
En Dexpo Stand Builders, integramos soluciones de iluminación adaptadas a cada proyecto, conscientes de que la luz es mucho más que un recurso funcional: es un lenguaje visual capaz de transformar espacios y emociones.
Nuestra experiencia en ferias internacionales, congresos y entornos expositivos nos permite aplicar estos principios con precisión técnica, creatividad y solvencia constructiva.
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